jueves, 22 de agosto de 2024

LOS DOCENTES Y LOS VALORES EN EL SALON DE CLASE












Cuando hablamos de valores, muchas veces hablamos de idiomas distintos porque lo que puede ser un valor importante para una persona, puede que no lo sea para otra.  Sin embargo, existen unos valores reconocidos mundialmente como esas creencias o convicciones profundas de los seres humanos que determinan la forma de ser de cada cual y orientan su conducta en la interrelación con su entorno.  

Una de las metas importantes para un docente, además del desarrollo del área cognitiva y del aprendizaje de sus estudiantes, debería conllevar al logro de que los estudiantes puedan practicar en su vida cotidiana los valores que se promueven dentro del aula.  Esto no es fácil de hacer, porque entonces el profesor debe convertirse en el modelo a seguir y no todo el mundo está dispuesto a hacer lo correcto, si puede hacer lo más fácil.  
Dentro del mundo de los valores destacan la paz, la amistad, el amor, la comprensión, la justicia, la lealtad, la libertad, el perdón, el respeto, la responsabilidad, la sencillez, la solidaridad y la tolerancia. ¿Pero cómo puede un profesor promover estos valores en su clase?  

Si pensamos que con su práctica estamos orientando a los jóvenes hacia la transformación social y a su propia realización, entenderemos que es perentorio comenzar a utilizar estrategias que ayuden al educador a enseñar integralmente.   
Cada estudiante que se convierte en un promotor de valores, dará su ejemplo por la manera en que vive y se conduce.   
Mucho se ha dicho que los valores se siembran en el hogar y es cierto, pero un buen profesor puede orientar a sus estudiantes de distintas maneras para ayudarlos en su práctica.  Incluso puede ser motivo de inspiración para sus estudiantes como modelo a seguir.  

Si el docente es un ser pacífico, que busca hablar con sus estudiantes, comprenderlos, brindarles su amistad y guía en aras de que los jóvenes obtengan su máximo potencial, dejará una marca imborrable en ellos. Para ello la justicia, significando que no por ser el profesor se tiene siempre la razón dando oportunidad a los muchachos de que se hagan responsables de sus acciones; es una de las actitudes que quien dirige la clase debe tratar de buscar, con equilibrio en sus decisiones en aras de mostrar tolerancia y una actitud humilde que permita que el alumno se sienta en todo momento respetado.  

Si no existe respeto entre el profesor y sus educandos es muy difícil que se pueda dar un buen ambiente dentro del aula, pues se establecerán dos bandos: profesor contra estudiantes y viceversa. Por esto es primordial el valor del respeto, porque es un comienzo a una serie de intenciones que demandarán del docente una apertura mental que le proporcione las herramientas principales para poder practicar el resto de los valores.   

No puede exigir un docente responsabilidad en la entrega de trabajos si él mismo no entrega las notas para la fecha que promete o tiene una actitud tan relajada que no exige a sus alumnos una fecha tope de entrega. Tampoco puede pedir que sus estudiantes lleguen temprano a clase si él mismo no cumple con esta regla. No puede querer que los muchachos sean sus amigos o al menos mantener una relación cordial sino abre las puertas a la comunicación y al entendimiento. 

Un guía (misión principal de quien enseña) debe ser lo suficientemente humilde para entender que su palabra no será la última en muchas ocasiones y que la solidaridad, la lealtad, el respeto, la tolerancia y el perdón entre los seres humanos son algunos de los escalones que nos puede llevar a vivir en un mundo mejor y lleno de paz.  Un educador que entienda esto, puede transmitir a muchas generaciones este mensaje a través de su ejemplo y de la huella imborrable que deja a su paso.  

martes, 6 de diciembre de 2022

OJALÁ PUDIERA DECÍRSELO A MI ESPOSA


Un día de trabajo normal para mi implica ver a mucha gente. Algunos conocidos, otros por conocer. No siempre tenemos tiempo de detenernos a observar a los demás. A mi me gusta observar, eso me da mucha información sobre la raza humana. Algunos hacemos unas cosas y otros hacemos otras.
Hace unas semanas me pasó algo bonito, gracioso y agradable. Tenía que comprar algo en el departamento de alimentos del mar de un supermercado y no había nadie. Comencé a mirar por aquí y por allá, nada. Era muy temprano en la mañana y nada estaba puesto en su lugar. Pensé y decidí preguntar a un señor que estaba en el departamento de carnicería contiguo al de pescadería.

-Disculpe señor, buenos días.
-Buenos días señora. ¿Puedo ayudarle?
-En realidad estoy buscando a alguien que pueda atenderme en pescadería, pero parece que es muy temprano.
-No se preocupe, yo puedo atenderla.

Sonreí y le dí las gracias.

Miraba al carnicero, tenía el cabello gris, tambien barba y bigote del mismo color. Tal vez en sus 60. Era agradable. De pronto al observarlo comencé a sonreir. Él estaba muy enfocado en lo que hacía, como cuando lo encontré que cortaba un trozo de carne. Trataba de ver cómo hacer para poder ponerle precio a lo que me estaba despachando. No parecía estar familiarizado con esa máquina y los códigos. El seguía y seguía intentando; de pronto movía su cabeza como diciendo que esa no era la forma. Y al fin lo conseguió. Eso era lo que pasaba de su lado, pero del mío pasaba algo totalmente distinto.

Yo miraba a aquel caballero y admiraba su amabilidad, su tenacidad de no dejarse ganar por la máquina y atender bien a un cliente. De pronto, comencé a sentir su energía, fué algo extraño, pero así sucedió. De ese hombre emanaba una gran bondad. Yo sólo lo observaba y sentía esa agradable energía, mientras sonreía mirándolo.

-Aquí tiene señora, ¿algo más?
-No, en realidad ha sido usted muy amable. Gracias por atenderme. Le dije.

El sonrió.

-¿Puedo decirle algo? Pregunté.

Entonces colocó sus manos sobre el mostrador y apoyo su barba en ellas como un niño pequeño que presta mucha atención asintiendo.

-Debo decirle que usted es un buen hombre, de su ser emana mucha bondad. Disfruté mucho mirándolo mientras me atendía, porque sentí esa energía que salía de usted.

El abrió sus ojos como sorprendido de lo que le decía, caminó hacia atrás y casi se cae, porque se tropezó con algo. Me dijo entre risas...

-Ojalá mi esposa pudiera escucharla, ella no piensa igual!. Y se rió.
Yo también me reí y le dije: -Ninguna de nosotras lo hace!  Mientras nos despedíamos riéndonos ambos. 

Me pregunto si le habrá contado. 

DIEGO Y SU HALLACA DE CARAOTA



Conocí a Maristela en un momento crítico. Ambas trabajábamos para la misma aplicación,  haciendo mercados a terceros y entregando en sus casas durante la pandemia mundial.

Ese día ocurrió algo que colapsó el sistema de pago. Después de hacer 2 mercados grandes, no podía pagar. Parece que no era la única. Varias personas cerca de las cajas registradoras trataban de ver qué hacer.

Maristela salía con su mercado pago para entregar y me dijo: ¿no te sirve la tarjeta? La empresa nos daba una tarjeta para poder pagar los mercados de los clientes. Ella me recomendó que lo hiciera digitalmente, que así ella había logrado pagar y se fué. 

Dos días más tarde nos volvimos a encontrar y al vernos me preguntó si había podido resolver. Hablamos un rato y al coincidir en ser venezolanas en el exilio y hablar como viejas amigas, le pedí que cambiaramos números telefónicos porque no conocía a nadie que estuviera haciendo lo mismo en mi zona. Ella estuvo de acuerdo y allí empezó todo.

Cada cierto tiempo nos saludábamos por teléfono para saber cómo estaba la otra y que tal estaba ese día. ¿Has tenido suficientes órdenes? ¿Sabes que hay algo nuevo que sugiere la plataforma? Y así, poco a poco nos fuimos conociendo más. 

A mediados de diciembre mi esposo y yo fuimos a un mercado hispano para comprar algunas cosas que nos faltaban para hacer las hallacas: hilo para amarrar, hojas de plátano para envolver y alguna otra cosita. Al llegar a la caja registradora un chico de unos 18 años aproximadamente nos saludó amablemente y nos dijo: 
-ahhhh van a hacer hallacas ¿verdad?  
-Siiiiii, le contestó mi esposo. 
- En mi casa ya las hicimos. Preparamos normales, de cochino y de caraotas. 
Mi esposo y yo dijimos al unísono: - ¿DE CARAOTA?  muy sorprendidos. 

Siendo venezolanos, con una costumbre de realizar hallacas cada navidad y de intercambiar algunas con los amigos con la infaltable frase de "para que pruebes las mías", nunca habíamos escuchado sobre las hallacas de caraota. Continuamos una breve charla con el chico que amablemente nos atendió y ya para irnos le pregunté: - ¿Cómo te llamas?
- Me llamo Diego.
- Gracias Diego, por ser tan amable y por contarnos sobre la hallaca de caraota, le respondí. 
- Son deliciosas, de hecho mis favoritas, dijo con una sonrisa. 
Nos despedimos y salimos comentando lo mucho que extrañábamos nuestra cultura, lo amigable que es el venezolano común y lo de las hallacas de caraota.
- ¿Cómo serán esas hallacas de caraota? dijo mi esposo.
- No sé, contesté. Él dijo que les ponían cochino (cerdo o puerco en otras culturas).
- Bueno, ni modo. Aquí en Estados Unidos será difícil saber a qué saben. A no ser que Diego nos regale una!
Y nos fuimos riendo, hablando de los venezolanos y sus cosas.

Días más tarde me llama Maristela.
- hola ami, ¿cómo estás? ¿Qué estas haciendo? Quería pasar por tu casa a dejarte unas hallaquitas, que preparamos en casa, para que las pruebes (típico de los amigos venezolanos). 
- ¿por qué no me mandas tu ubicación con la dirección y yo paso por donde estés a buscarlas? Yo estoy saliendo a trabajar, así aprovecho y te llevo de las mías. 

Me dijo que estaba en su casa y que me bajara un rato a tomarme un café. Quedamos de acuerdo y me fui a la dirección que me pasó. Llegué y toqué la puerta. Abrió Maristela.

- Hola amiga! Pasa. Nos dimos un beso de saludo y al mirar más adelante vi a un chico sentado desayunando.
- ¿Queeeeé? ¿tu eres Diego?
- ¿Se conocen? Preguntó mi amiga. 
- Estuvimos el fin de semana en el mercado comprando unas cosas que nos faltaban para las hallacas y Diego nos habló de las hallacas de caraota!  No me digas que me vas a dar hallacas de caraota! Ja ja ja ja ja

Todos comenzamos a reírnos y no podíamos creer lo chiquitico que es el mundo, las casualidades o causalidades que nos unen y los caminos inexplicables del destino.  En medio del asombro y las risas intercambiamos las hallacas. Entonces le dije a Diego:
- esto realmente es increíble. Tres días después de hablarnos de las hallacas de caraota y nosotros pensar que nunca las probaríamos están en mis manos (Maristela me dió de todos los sabores que preparó, pero la estrella aquí era, la hallaca de caraota!).

- Vamos a hacer algo. Déjame tomarte una foto Diego, con una hallaca en la mano y se la mando a Victor, mi esposo.

Maristela dijo no! Mejor grábale un video! 

Y con la facilidad que da la nueva tecnología, tomé mi teléfono y comencé a grabar a Diego, video que inmediatamente envié al celular de mi esposo.

- Hola Victor, soy Diego y aquí te mando tu hallaca de caraota!

A veces la vida nos une de manera inexplicable.



domingo, 4 de diciembre de 2022

UN NIÑO LLAMADO HUNTER


La vida me puso en el camino el trabajar de nuevo en un centro comercial. Luego de haber pasado 20 años de haber vivido esa experiencia, me tocó otra vez. De nuevo estaban allí el personal de seguridad, los clientes, el jefe, los compañeros de las tiendas y los kioskos contíguos y los caminantes. Estos últimos son personas que sólo van al centro comercial a hacer ejercicio o a distraerse un rato. Entre ellos hay personas jóvenes, y gente mayor, mucha gente mayor.

Entre los caminantes destacaba una señora que siempre pasaba caminando con un coche. Su nombre Eva. No hablaba con casi nadie, estaba enfocada en hacer sus vueltas para terminar su ejercicio y luego regresar a casa. El niño del coche se llama Hunter. Me pareció tan bonito cuando lo vi. Un niño como cualquier otro a su edad, 2 años y algo. Blanco, rubio, alegre, bien portado (estaba mucho tiempo con su abuela) y con varios lunares chiquititos en su mejilla derecha. Me recordaba a mi sobrino Alejandro que ya está por cumplir los 30. Cuando lo veía me dió por saludarlo y él saludaba de vuelta.

El tiempo fue pasando y Hunter iba casi todos los días acompañando a su abuela, pero como cosa inevitable, comenzó a crecer y ya no iba en coche, sino caminando. Ya había cumplido los 3 años y hablaba un poco más. Ya no sólo me saludaba, sino que su abuela se acercaba para que me saludara y pronto Hunter comenzó a darme los más dulces abrazos para decirme hola y nosotras comentábamos una que otra cosa.

Un día le dije: -Hunter! tu abuela me dijo que habías cumplido años y estaba esperando que vinieras para darte algo. Le traje un carrito de compras de supermercado miniatura para jugar y le dí unos chocolates. Él estaba feliz, no podía creer que habían regalos extras para él (fuera de su familia). Y así, de vez en cuando, le llevaba chocolates o chupetas o algo que lo hiciera saltar de la alegría. Él me agradecía y se iba contento.

En otra oportunidad cuando se acercó a saludarme le dije que tenía algo de sencillo y que deseaba dárselo para que fuera a buscar caramelos. Cerró su manita para que no se le cayera ninguna moneda y se fué saltando a buscar las máquinas para buscar su recompensa. Su alegría era la mía y pensaba cómo unas pocas monedas podían hacer tan feliz a alguien.

Como trabajaba en la mitad del centro comercial, en un pequeño kiosko, era fácil ver quien pasaba y hablar con muchas personas (aunque mi jefe me recordara que no me pagaba para hablar con la gente sino para vender).  Cuando estaba vendiendo Eva le decía a Hunter que yo estaba ocupada y que me saludaría después, pero ya era nuestro ritual: abrazo, saludo y una pequeña charla. Él no quedaba muy contento con no poder acercarse. Recuerdo a mi compañera del siguiente kiosko decirle una vez a Eva que esperara un poco y dejara que el niño me saludara. Ya él había pasado y ya se iba. No nos habíamos saludado y como ya su abuela se iba, lo cargó para llevárselo porque lloraba desconsoladamente. Volteé y lo ví. -Hunter! y abrí los brazos. Él corrió hacia mí llorando y me abrazó tan fuerte mientras se fue calmando poco a poco. Lo cargué y le dije que todo estaba bien, poco a poco dejó de llorar. Cuando se calmó, se lo dí a su abuela y le dije que nos veríamos mañana.

Meses después Eva me dijo que estaba destrozada. Que Hunter comenzaría el colegio y que ya no estaría con ella todo el tiempo, sus padres querían que comenzara la escuela por su edad, ya entrando a los 4 años y además pronto nacería su hermanita Haley. Y así fué. No vi más a Hunter. Pasó el tiempo, la pandemia y tomé otro trabajo y aunque a veces veía a Eva y a Haley, no vi más al niño que había robado mi corazón. Hay muchas más historias con Hunter, pero la mejor está por venir.

Mi hija mayor creció y comenzó a ayudar algunos días a quien era mi jefe. Un día me pidió que me quedara con ella mientras abrían los kioskos y nos quedamos en el área de la comida esperando que pasara el tiempo y.... de pronto vi a Eva, su esposo y un niño que llevaba un coche. Era Hunter! llevaba a su hermanita. Desde lejos saludé a Eva y ella paró. Habló con el niño y el asintió. Comenzaron a acercarse y un Hunter de casi 7 años me saludó. Le dije: ¿Te acuerdas de mí? y movió su cabeza diciendo que sí. Entonces le abrí mis brazos y el niño me abrazó tan duro y con tanta ternura como cuando uno encuentra a un amigo querido que pensó que no vería más. Su cabeza descansó en mi hombro como tiempo atrás. Ese día fué muy feliz para mí, no sé si para él. Recordar sus historias de que quería ser médico cuando fuera grande y yo diciéndole que sería su primera paciente, sus manitas pequeñas con caramelos y todos esos pequeños episodios volvieron a mi mente. 

A veces de lo cotidiano pueden salir historias muy hermosas y lazos increíbles con gente que sólo pasa a nuestro lado.


lunes, 17 de enero de 2022

CARTA A MI MADRE



Esa señora tan bonita, que me tiene en brazos, es mi mamá.  
Tuve el honor de ser su primogénita y así venir a este mundo para aprender muchas cosas y también para cumplir su sueño de madre. Mi mamá siempre fue mamá. Buscaba lo mejor para nosotras (para mí y para mis hermanas), y trataba de complacernos siempre. 

Recuerdo que para nuestro cumpleaños nos preguntaba: ¿qué quieres comer? Y se ponía con cariño a hacer un pasticho o cualquier cosa que le pidiéramos. Asi mismo en Navidad y Fin de Año, pero como buena cocinera que es, siempre veía cómo prepararnos algo rico. Por ahí están las fotos que muestran como mi mamá sin ser chef, hacía hermosas tortas de cumpleaños. 

Siempre trataba de que estuviéramos limpias y arregladas, por lo menos eso nos lo enseñó y no sólo eso, ha sido ejemplo de ello desde que recuerdo. Al salir el sol, ya veía a mi mamá maquillada, peinada y vestida, aunque no saliera de la casa. También recuerdo aquellos tacones de punta hechos de gamuza, eran un sueño para cualquier mujer. Ella los compraba, los usaba y también los guardaba xq los cuidaba mucho.

Mi mamá a lo largo de los años siempre estuvo pendiente de nosotros y trató de ayudar a quien pudo, desde donde pudo. Para ella siempre su comunicación con Dios requería o requiere, porque aún lo hace, parte de su tiempo. Ese momento siempre fue bueno para recibir guía "de arriba" como le dice o para pedir ayuda para otros. 

Mi mamá es mi mamá y como todos tiene cosas buenas y otras no tan buenas, pero es la madre que escogí desde otros lugares para que a través de su vientre abriera el portal que me trajo al mundo. Gracias mamá por tus genes, por tu vida dedicada a amarnos, por tus cuidados y buenos ejemplos y por haber hecho de mí lo que soy el día de hoy. Te quiero, te quiero profundamente. Hoy y siempre; y te prometo que nos volveremos a encontrar😘❤

miércoles, 21 de septiembre de 2016

EL LEGADO




Cuando pensamos en esos chiquitos que alegran nuestra vida llamados hijos, entendemos que tenemos una gran responsabilidad con aquellos que amamos más que a nada en el mundo.

De allí que mucha gente toma decisiones de vida pensando en darle un mejor futuro a sus hijos: se mudan a otra ciudad o país en donde  piensan que tendrán mayores oportunidades, aceptan trabajos que los mantienen viajando o tal vez todo un día encerrado en una oficina; se convierten en lo que se llama workoholics o adictos al trabajo, porque piensan que el dinero logrará darle a sus hijos “lo que ellos no tuvieron”.  Y esto último quiero resaltarlo entre comillas, una Tablet, el teléfono celular de la mas reciente generación, los zapatos de moda, los viajes, entre otras cosas puede que hagan la vida más placentera o fácil, pero nunca, NUNCA pueden dar la felicidad.

La felicidad es una actitud interna en la que nos alejamos de los problemas (y esto no significa no resolverlos) y buscamos una manera positiva de ver las cosas, pero esto es tema de otro momento. No me refiero a las cosas materiales, me refiero al legado.

Entonces amigos, cuando hablamos de tomar decisiones importantes para mejorar la vida de nuestros hijos, tal vez no hayamos pensado en el legado que debamos dejarles. Legado? No, yo no había pensado en eso! Siempre he pensado en dejarles una casa, dinero suficiente para que vayan a la universidad….

UN LEGADO, si!  Y un legado es dejarle aquello que nunca podrán perder porque es tuyo, es algo que jamás podrán quitarle o incluso algo a lo que no podrán renunciar y eso es TU EJEMPLO.

Te hablo de esos valores maravillosos que forman parte de tu vida y que tal vez tus padres te dejaron o tu mismo fuiste formándolos porque deseaste ser una mejor persona. Que tus hijos sean empáticos y puedan ponerse en los zapatos de otras personas antes de criticar y juzgar, o que sean cariñosos, que ayuden en el hogar porque entienden que es responsabilidad de todos, que sean honestos y crean en sí mismos, porque ayudaste a formar en ellos una sana autoestima, eso, es El Legado y es lo más grande que puedes dejarle a tus hijos.


sábado, 6 de agosto de 2016

ESCASEA EL PAN EN VENEZUELA









En estos días asistí a una misa por el aniversario de una dependencia universitaria. El sacerdote daba su homilía tranquilo cuando llamó para que le trajeran las ofrendas. Llegaron entonces las flores, el vino y... el pan!

Habló él del pan, de su significado como el cuerpo de Cristo, como aquello que se comparte. Mis ojos se llenaron de lágrimas, pues había hecho todo un peregrinaje por distintas panaderías para poder conseguir algo de pan. La respuesta era más o menos la misma: No hay, se acabó, reclámele a maduro, no hay pan. Finalmente pude conseguir en una panadería después de hacer un tour. Menos mal que tengo carro y que funciona!

Al terminar la misa me acerqué al padre, le pregunté: -Padre, qué significa el pan? Me miró sorprendido de la pregunta y me preguntó que a qué me refería.

-Qué significa el pan? Mirándome algo intrigado porque no entendía por donde venía me dijo: -El pan significa en la homilía el cuerpo de Cristo, vida, esperanza... Y un amigo que estaba a mi lado dijo: -El pan es algo que no falta en ninguna casa, no se le niega a nadie!

Le dije al sacerdote: -Ayer fui a 4 panaderías y me dijeron: No hay pan! Qué significa que no haya pan en Venezuela?

El padre abrió los ojos, entendiendo al fin lo que estaba tratando de comparar. 

Me dijo rápidamente: -Lo contrario a lo que te acabo de decir. 

Aún sorprendido siguió hablando mientras yo le escuchaba y le daba mi opinión. 

Amigos: No hay pan! Está escaso, porque en nuestro país, una vez más lo digo, son menos las personas que buscan a Cristo, que lo toman como su vida. no hay esperanza, la vida se ha complicado, y aún más, para quienes no creen en Dios. No es casualidad que esté escasa la harina de trigo, con la que se hace el pan.

Debemos colocar de nuevo el pan sobre nuestra mesa, hacerlo el centro de nuestra comida, de nuestra ingesta espiritual. Sólo así conseguiremos esa Venezuela próspera, libre y democrática que muchos estamos soñando. Y entiéndase bien, el pan físico es sólo la muestra de lo que está pasando con nuestro pan espiritual.

Dios nos bendiga,